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Teléfonos móviles, auriculares inalámbricos, tablets, cámaras de fotos, televisores, lavadoras, cigarrillos electrónicos, frigoríficos… Esta es una pequeña parte de una larga lista de aparatos electrónicos y eléctricos (AEE), así lo denominan las autoridades y las normativas internacionales, que se encuentran en las casas de los españoles y que con mucha frecuencia acaban en los vertederos por años. Al año, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y el Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (Unitar) en el último Barómetro de basura electrónica, se 'tiran' 62.000 millones de kilos de basura electrónica y solo el 22,25% se recupera, las tres cuartas partes restantes se 'pierden'.
Esto supone que kilos de plomo, níquel, cadmio, cobalto, estaño, aluminio acaban en la basura durante años. «Son un peligro para la salud y el medioambiente», advierten los autores del barómetro. «Estos residuos contienen aditivos tóxicos o sustancias peligrosas como el mercurio, que pueden dañar el cerebro humano y el sistema de coordinación», añaden.
Aunque lo más preocupante no es que se acumulen en vertederos, sino que a muchas toneladas se les pierde la pista. En el caso de España, según este informe, 'desaparecieron' casi 540 millones de kilos de estos desechos, el 57,7% del total de residuos electrónicos que se generó en el país el pasado 2022. «En enero de 2023, un grupo del crimen organizado fue sorprendido traficando más de 5 millones de kg (331 contenedores) de desechos electrónicos desde las Islas Canarias a Ghana, Mauritania, Nigeria y Senegal», recuerdan los autores de la investigación.
Pero esta práctica no es exclusiva de España, sino que es una práctica muy habitual en la práctica totalidad de países. Anualmente, 5.100 millones de kilos de los móviles rotos, frigoríficos estropeados o televisores en mal estado hacen cientos de miles de kilómetros. «De ese total, el 65% son envíos incontrolados», denuncian. Aunque se sabe dónde acaban: África.
En concreto, se sabe que se amontonan en Durban (Sudáfrica), Bizerta (Túnez), y Lagos (Nigeria). «Han sido identificados como importantes puertos de entrada», denuncia el informe. «Se está monitorizando la importación de estos desechos electrónicos a África, pero es difícil de controlar», añaden. Pero la capital de esta basura es el vertedero de Agbogbloshie localizado en Accra, la capital de Ghana. Allí decenas de miles de ghaneses buscan ganarse la vida 'minando' metales y minerales que vuelven de los países ricos.
91.000 millones de dólares
es el valor de las 'tripas' de los aparatos eléctricos y electrónicos que se convierten en resiudos
Las tripas de estos desechos tienen, según el E-waste Monitor, un valor de 91.000 millones de dólares repartidos en millones de kilos de oro, plata, paladio…
Un intento de ganarse la vida que conlleva muchos peligros. La postal en cualquiera de estos enclaves es idéntica: una espesa humareda negra que prolifera de las hogueras prendidas para quemar residuos y de fondo niños y adolescentes entre residuos. «Los residuos electrónicos no gestionados tienen un impacto directo en el medio ambiente y la salud de las personas». Actualmente, cada año se liberan al medio ambiente 58.000 kg de mercurio y 45 millones de kilos de plásticos que contienen retardantes de llama», advierte esta investigación.
La composición de los desechos electrónicos varía según el tipo del equipo, pero los principales materiales son metales y plásticos: 31.000 millones de kilogramos de los primeros y 17.000 millones de kilos de los segundos. A ellos hay que añadir 14.000 millones más de otros materiales que se componen de aleaciones. «La manipulación inadecuada de esos desechos electrónicos implica también una pérdida considerable de materias primas que, por otra parte, escasean y son de gran valor», destaca la investigación de la UIT y Unitar.
De hecho, una mejor gestión de los desechos electrónicos, más allá de no provocar daños en la salud de decenas de miles de personas y no tener un impacto importante en el medioambiente, podría generar, además, un beneficio neto global de 38.000 millones de dólares.
Los dispositivos electrónicos y los equipos eléctricos definen la vida moderna: desde lavadoras y aspiradoras hasta teléfonos inteligentes y ordenadores, es difícil imaginar la vida sin ellos.
Categoría de equipos
electrónicos
Intercambio de temperatura
Neveras, bombas de calor y aires acondicionados
Pantallas y monitores
Monitores, portátiles, tablets y televisiones
Equipos grandes
Vitrocerámicas, lavavajillas, lavadoras y paneles solares
Equipo pequeño
Tostadoras, hornos, microondas, cigarrillos electrónicos y juguetes electrónicos
Lámparas
Fluorescentes y LED
Equipos tecnología de la información
Smartphones, routers, GPS
Fuente: eWaste Monitor
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Neveras, bombas de calor y aires acondicionados
Pantallas y monitores
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Vitrocerámicas, lavavajillas, lavadoras y paneles solares
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Tostadoras, hornos, microondas, cigarrillos electrónicos y juguetes electrónicos
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Smartphones, routers, GPS
Fuente: eWaste Monitor
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Fuente: eWaste Monitor
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Vitrocerámicas, lavavajillas, lavadoras y paneles solares
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Lámparas
Fluorescentes y LED
Equipos tecnología de la información
Smartphones, routers, GPS
Fuente: eWaste Monitor
Sin embargo se han convertido en un auténtico obstáculo para que los países cumplan con sus obligaciones climáticas y, en algunas ocasiones, también legales. En 2021, según los últimos datos disponibles en Eurostat, en el mercado comunitario se pusieron a la venta 13,5 millones de toneladas de móviles, tablets, lavavajillas, lavadoras, vitrocerámicas. Casi el doble de lo comercializado en 2012. «En todo el mundo se genera una enorme cantidad de desechos electrónicos, desde televisores desechados hasta teléfonos desechados. Las últimas investigaciones muestran que el desafío global que plantean los desechos electrónicos no hará más que crecer», apunta Cosmas Luckyson Zavazava , director de la Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones de la UIT.
En todo el mundo, la generación anual de desechos electrónicos aumenta en 2,6 millones de toneladas al año, y está en camino de alcanzar los 82 millones de toneladas en 2030, un aumento adicional del 33% con respecto a la cifra de 2022. En la actualidad se genera tanta cantidad de residuos electrónicos como para llenar 1,55 millones de camiones con capacidad para transportar 40 toneladas. «El problema es grave», revelan los autores del E-waste monitor.
Y lo es porque la investigación prevé una caída en la tasa documentada de recolección y reciclaje del 22,3% en 2022 al 20% en 2030. Los desafíos que contribuyen a esta brecha cada vez mayor incluyen el progreso tecnológico, un mayor consumo, opciones de reparación limitadas, ciclos de vida más cortos de los productos, la creciente electrificación de la sociedad, deficiencias de diseño y una infraestructura inadecuada de gestión de desechos electrónicos.
A principios del mes de marzo, el Consejo Europeo adoptó modificaciones en el acto jurídico de la UE sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Estas modificaciones tienen por objeto armonizar la Directiva sobre los RAEE y adaptarla a las nuevas tecnologías que aparecen en los mercados como los paneles fotovoltaicos.
1,55 millones de camiones
con capacidad de 40 toneladas se pueden llenar con todos los residuos electrónicos generados en 2023
En la actualidad se generan poco más de 600 kilos de residuos procedentes de los paneles solares, pero la cifra de recuperación de los materiales que los componen aún es insignificante. A pesar de que son totalmente reciclables, asegura la propia industria, gracias a su composición que es una combinación de vidrio (78%), aluminio (10%), plásticos (7%) y otros metales como la plata (0,05%) o el cobre.
Por ello, Bruselas ha aprobado estas modificaciones para que sean los productores de estas tecnologías los encargados de los costes de gestión y eliminación de estos residuos. «En medio de la esperanzada adopción de paneles solares y equipos electrónicos para combatir la crisis climática e impulsar el progreso digital, el aumento de los desechos electrónicos requiere atención urgente», alerta Nikhil Seth, director ejecutivo de Unitar.
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Lidia Carvajal
Melchor Sáiz-Pardo, Mateo Balín y Álex Sánchez
Álvaro Muñoz | Valladolid y Lidia Carvajal
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