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La carnicería de Vicente Giner es uno de esos rincones donde el aire cambia de textura, los olores nos hacen viajar y el sabor nos transporta a las tardes de verano con un balón bajo un brazo y un bocadillo de sobrasada en la mano. Un comercio como los de antes, como los que quedan pocos, de esos que llevan tanto ahí que si escucha uno bien cuentan la historia de la ciudad.
Su mostrador exhibe piezas de pollo y carne, y embutidos de esos que hacen salivar nada más verlos, mientras que del techo cuelgan fuets, salchichones y sobrasadas caseras. Entrar a la carnicería Vicente Giner es viajar en el tiempo. De hecho, para traspasar la puerta de acceso hay que bajar un escalón. El local está allí desde antes que la propia calle, que ha ido ganando altura a base de asfaltado y de aceras mientras que la tienda ha ido quedando a otro nivel.
Y es que, cuando en 1864 José y Doloretes abrieron este establecimiento en Alicante, el Raval Roig todavía conservaba los caminos de tierra y el mercado estaba situado entre el puerto y el Ayuntamiento, y no en el actual edificio, que data de principios del siglo XX. También había un matadero en la zona de Sangueta, muy cerca de su carnicería.
Hoy en día, casi 160 años después, la sexta generación de carniceros sigue regentando una de las tiendas más tradicionales de la ciudad. Cualquiera que entre a este pequeño local podrá ver a Vicente Giner o a María Dolores Sánchez detrás del mostrador o en el obrador, elaborando un producto que se cuida hasta el mínimo detalle. Desde el origen de la carne hasta el corte y la elaboración. Desde las más tradicionales pelotas para el cocido a las innovaciones como fuet marinero o de montaña (con setas).
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Hoy en día, casi 160 años después, la sexta generación de carniceros sigue regentando una de las tiendas más tradicionales de la ciudad. Cualquiera que visite este pequeño local podrá ver a Vicente Giner o a María Dolores Sánchez detrás del mostrador o en el obrador, elaborando un producto que se cuida hasta el mínimo detalle. Desde el origen de la carne hasta el corte y la elaboración. Desde las más tradicionales pelotas para el cocido a las innovaciones como fuet marinero o de montaña (con setas).
«Lo que más nos piden es el embutido, las salchichas o los chorizos. La gente lo compra porque nota la diferencia, la forma de hacer el producto no ha cambiado y el sabor y la textura es el de toda la vida», explica Giner. «Cuando comen una de nuestras elaboraciones se transportan, se acuerdan de cuando hacían la matanza en su pueblo, o de su abuela. Esa es nuestra satisfacción, seguimos siendo fieles a las tradiciones», añade.
Los clientes coinciden. Uno explica que lleva «toda la vida comprando allí», por la calidad pero también porque reconoce que Vicente es su amigo. Otro destaca la calidad y ese sabor tradicional, «uno de los mejores comercios de la ciudad», afirma. Un tercero insiste en que él también ha comprado desde hace muchos años y que lo más importante es la calidad y el cuidado.
El secreto para Vicente es justamente ese, «el cliente sabe que lo que va a comprar es producto artesano, como el de antaño. Esa es nuestra fórmula, ser fiel a lo que estamos haciendo y sobre todo querer tu profesión y amarla como yo la amo», explica este carnicero. Un saber hacer que el pasado año les valió el premio a la empresa centenaria de la Asociación de Empresas Familiares de Alicante (Aefa).
Una profesión que le viene heredada y que está inevitablemente unida a sus primeras memorias, «el recuerdo más antiguo que tengo de pequeño es jugar aquí entre las cajas. Siempre estaba correteando por la tienda y como me gustaba cantar me iba con las vecinas, a la panadería, a la zapatería, a la droguería, éramos todos una familia», explica sobre su infancia.
Pese al paso del tiempo, la Carnicería Vicente continúa en el mismo lugar, impasible al paso de los años, como un testigo de cómo cambia el mundo y la sociedad. En sus estanterías se pueden comprar las mejores carnes pero también vinos y productos de la provincia. Esta es la sexta generación de Giner al frente de este comercio. Si habrá una séptima es un misterio, aunque Vicente reconoce que «tal y como está el mercado laboral en cualquier momento mis hijos lo pueden retomar».
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Isaac Asenjo | Madrid y Álex Sánchez
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