La afición del Elche CF celebra el último ascenso a Primera División. Elche CF
Premio Alicantinos 2025

Elche CF: la pasión de un club que no entiende de categorías

De la final del Bernabéu al milagro de Barakaldo y el resurgir desde Segunda B, la entidad franjiverde ha hecho de la adversidad su manera de crecer

Ismael Martínez Perona

Elche

Domingo, 2 de noviembre 2025

El Elche Club de Fútbol, distinguido este año por TodoAlicante en los Premios Alicantinos 2025, con motivo de su regreso a la Primera División, no solo representa a una ciudad: la cuenta. Desde su fundación, ha sido el espejo del carácter ilicitano: humilde, trabajador y con esa inquebrantable capacidad de volver a empezar cada vez que la vida le da un revés. Su historia no es lineal; es un viaje entre la gloria y la adversidad, una cadena de ascensos, descensos y resurrecciones que han hecho del escudo franjiverde un emblema de identidad colectiva.

Publicidad

El sueño del Santiago Bernabéu

El 15 de junio de 1969, el Elche CF escribió una de las páginas más emocionantes de su historia. Aquel día, el equipo disputó en el Santiago Bernabéu la final de la Copa del Generalísimo, la actual Copa del Rey. Enfrente, nada menos que el Athletic Club de Bilbao, por entonces conocido como Atlético de Bilbao.

Fue una final histórica, no solo por el escenario, sino por lo que simbolizaba: un club modesto, nacido del esfuerzo de una ciudad obrera, desafiando a uno de los grandes del fútbol español. El Elche resistió casi todo el partido, pero un gol de Arias en los minutos finales selló el triunfo bilbaíno. Aun así, aquella derrota tuvo sabor a victoria. El Elche había alcanzado la élite, y con ello, la ciudad se ganó un lugar en el mapa del fútbol español. Fue el primer gran aviso de que aquel equipo estaba hecho de algo distinto.

El milagro de Barakaldo

Los años siguientes trajeron etapas menos dulces. Entre altibajos deportivos y económicos, el club tuvo que reinventarse una y otra vez. Pero pocas gestas resumen mejor su espíritu que la vivida el 29 de junio de 1997, en Barakaldo. El Elche necesitaba puntuar para volver a Segunda División. Lo logró con un empate a uno ante el conjunto vasco y gracias a una carambola de resultados que desató la locura.

Aquella tarde fue una explosión de orgullo colectivo. La prensa lo llamó el milagro de Barakaldo, y no exageraba. El equipo, que venía de años difíciles, volvía al fútbol profesional y la ciudad retomaba esa ilusión por el equipo.

Publicidad

El concejal de Deportes, José Antonio Román, lo resume con sencillez: «El Elche es el estandarte principal del deporte ilicitano. Representa el empuje, la iniciativa y el esfuerzo de nuestra gente.» Para Román, el club no solo refleja esos valores, sino que los transmite: «Elche vive el fútbol como algo que va mucho más allá del resultado. Es una forma de estar unidos, de reconocernos como ciudad. Cada partido, cada victoria, cada derrota, es un motivo de orgullo compartido.» Ese esfuerzo, convertido en seña de identidad, es lo que ha mantenido viva la llama del club durante más de un siglo.

Del descenso administrativo al resurgir

Pero el destino aún guardaba pruebas duras. En 2015, el Elche fue descendido administrativamente a Segunda División por impagos con Hacienda, pese a haber asegurado su permanencia en Primera sobre el césped. Fue un golpe devastador, una injusticia deportiva que sacudió los cimientos del club. Y, como si no bastara, dos años después volvió a caer, esta vez al pozo de la Segunda División B, un territorio aislado del fútbol profesional y demasiado pequeño para su historia.

Publicidad

Aun así, fue en ese descenso donde empezó a escribirse su último gran renacimiento. Entre los jugadores que llegaron aquel verano apareció Gonzalo Verdú, que acabaría convirtiéndose en el alma del vestuario. «El ambiente en la ciudad era complicado, porque el club venía de una mala temporada y del descenso a Segunda B», recuerda el excapitán. «Llegamos muchos jugadores nuevos, con un objetivo claro y una sensación de absoluta responsabilidad.»

Gonzalo Verdú durante su despedida del Elche CF Elche CF

Aquel grupo, dirigido por Pacheta, encontró en la ilusión su mejor aliada y en tan solo un año el Elche CF volvió a Segunda División. «En aquel grupo había ilusión, pero también hambre. Veníamos de abajo, sin presión, pero con un compromiso enorme con el escudo. El club nos dio una oportunidad y sabíamos que no podíamos fallar», comenta. Y es que Verdú lo tuvo claro desde el primer día: su papel iba más allá del césped. «Llevar el brazalete del Elche fue el mayor orgullo de mi carrera. Siempre intenté honrar este escudo y respetar a toda la gente que hace posible que el club siga adelante».

Publicidad

Una afición que nunca abandona

A lo largo de los años, el Elche ha tenido una constante que no se ha quebrado nunca: su afición. «El Martínez Valero siempre ha tenido focos de animación, desde la Jove hasta la grada Sixto Marco», explica Ximo Morales, jefe de la grada de animación. «El proyecto actual es el más sólido. Hemos llenado la grada dos temporadas seguidas y poco a poco contagiamos al resto del estadio.»

Morales sabe bien lo que es mantener viva la fe en los días grises. «Somos el Elche. Lo normal es sufrir más que disfrutar, y eso nos forja un carácter único. No estamos por la división en la que se juegue, sino por los que defienden la franja con el alma.»

Publicidad

El jefe de la grada habla con pasión, pero también con realismo. «La nuestra ha sido una afición históricamente fiel, aunque a veces callada. Ahora algo está cambiando. Hay más desplazamientos, más cánticos, más juventud en la grada. Se nota que el sentimiento se ha renovado. Su voz condensa el espíritu de una hinchada que no entiende de modas ni de victorias pasajeras. «Lo que nos hace diferentes es la cercanía entre afición y club», añade. «Aunque todo sea más moderno y menos accesible, aquí todavía existe esa conexión.»

Imágenes de la Grada Fondo Sur 1923. Elche CF

Y esa conexión, invisible pero real, es lo que convierte cada partido en algo más que noventa minutos: en un acto de pertenencia, casi una forma de vida.

Noticia Patrocinada

Un club hecho a imagen de su ciudad

Hablar del Elche CF es hablar de Elche, de su gente, de su forma de vivir. Cada ascenso ha sido una celebración colectiva; cada descenso, una herida compartida. «Cuando el Elche juega, la ciudad se transforma», confiesa el concejal Román. «Esa emoción representa lo mejor de Elche: su orgullo, su esfuerzo y su capacidad para levantarse.»

Román lo ve cada día desde su despacho y desde las calles: «El fútbol tiene un poder social enorme. Cuando el Elche gana, la ciudad vibra. Cuando pierde, se nota. Pero lo importante es que nunca deja de sentirse suyo.»

Publicidad

Desde el Bernabéu del 69 hasta el Barakaldo del 97, y desde la Segunda B del 2018 hasta el presente, el Elche CF ha demostrado una y otra vez que no hay caída que lo detenga. Porque este club (como su ciudad) está hecho de una materia distinta: la de los que nunca se rinden.

Su historia no es solo la de un equipo de fútbol. Es la de una comunidad entera que, generación tras generación, ha aprendido que los triunfos más grandes no siempre se miden en trofeos, sino en la capacidad de volver a levantarse.

Publicidad

Y en eso, el Elche CF siempre ha sido (y seguirá siendo) campeón.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad