La dimisión de Mazón convulsiona el Partido Popular
Los populares se mantienen a la expectativa de fraguar una candidatura continuista en Les Corts o encarar una remodelación en unas elecciones
La dimisión del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, este lunes y la incertidumbre que se abre sobre el futuro de la Comunitat Valenciana en estos meses hace convulsionar el Partido Popular. Una organización siempre disciplinada, de carácter presidencialista, que ahora mismo no sabe muy bien a qué atenerse. La decisión del hasta hoy jefe del Consell abre un periodo de incertidumbre que solo Vox puede despejar.
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El hecho de que Mazón no haya disuelto Les Corts y convocado elecciones vislumbra la posibilidad de que los populares continúen al frente de la Generalitat Valenciana. Eso sí, con otro presidente. Es entonces cuando la figura de Juanfran Pérez Llorca, secretario general del PPCV y alcalde de Finestrat, emerge como la favorita para postularse.
El nuevo presidente debe ser diputado autonómico, lo que reduce mucho las posibilidades. Vicent Mompó, nombre que salió tras la reunión propiciada por el propio Pérez Llorca con los presidentes provinciales el pasado viernes en Benidorm, no ostenta esta condición. Por lo que el favorito para el PPCV debería esperar, como poco, una convocatoria anticipada de comicios autonómicos.
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Sin embargo, ha bastado que los populares valencianos le hayan señalado para que la dirección nacional del PP no le vea con buenos ojos, por cuanto entienden que supondría una imposición de la organización regional. Por el momento, no es opción. En unos meses se verá.
Por su parte, la alcaldesa de Valencia, María José Català, siempre ha sido la preferida en Génova. Mujer, joven, con acreditada experiencia y que añade electoralmente a la marca (algunas encuestas dan dos diputados más en Les Corts si Català encabeza la lista). Permitiría, además, romper el periodo de mando de Mazón e instaurar un nuevo tiempo en el partido.
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Sin noticias de la vertiente orgánica
Carlos Mazón ha dimitido como presidente de la Generalitat. No así como diputado autonómico, ya que mantiene el escaño y el aforamiento. Pero tampoco se ha dicho nada aún de la vertiente orgánica. Por el momento, no ha habido comunicación de su dimisión como presidente del PPCV ni convocatoria siquiera de una Junta Directiva Regional para explicar la situacion actual del partido. Los populares, por el momento, continúan con la misma dirección, puesto que desde Génova tampoco se ha comunicado la composición de ninguna gestora. Otro motivo más para la inquietud.
Pero todo pasa por Vox. Las relaciones de Català con los de Abascal son complicadas en el Ayuntamiento de Valencia. Además, debería abandonar el Cap i Casal, un símbolo de los populares que podría correr riesgo en una competición electoral en 2027 contra Pilar Bernabé (PSPV) y, posiblemente, Mónica Oltra (Compromís). Encima de todo esto, Català no quiere por el momento marcharse a la Generalitat y prefiere resguardarse en el Consistorio. Pero a Jorge Azcón le pasaba lo mismo en Zaragoza y ahora es presidente de Aragón.
Además, la figura de la alcaldesa no gusta a Vox. Podría eclipsar la candidatura de Vox, por lo que darle más protagonismo en el Consell sería contraproducente para los de Abascal. Si los 13 diputados de Vox tuvieran que apoyarla en Les Corts pedirían un precio muy alto.
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En este cruce de vetos, Pérez Llorca ha visto su oportunidad solo dos años después de saltar a la política autonómica. Hábil en la negociación, experto comunicador y de fácil trato, supondría la continuidad en el gobierno de Mazón y sus políticas. Sin embargo, su trabajo en la secretaría general del PPCV también ha dejado huella en no pocas agrupaciones locales. No en vano, fue el encargado de diseñar las candidaturas municipales, con numerosos cambios en municipios donde no se gobernaba hasta 2023.
Además, la reunión auspiciada por el finestrense ha escocido en la dirección nacional. No le han gustado las formas, por lo que su figura ahora está en barbecho en Génova. Pero puede ser el nombre que apruebe Vox para permitir seguir al PP al frente de la Generalitat. Y eso es algo a tener en cuenta.
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Porque la otra opción sería ir a unas elecciones autonómicas, entre marzo y abril. Una parte de la dirección nacional no lo vería con malos ojos, a pesar del riesgo de la operación. Porque podrían, y pueden porque los estatutos así lo permiten, diseñar una candidatura y unas listas electorales a su imagen y semejanza. Sería el primer paso para la enésima renovación del PPCV.
Esto supondría revolver de nuevo los conflictos internos en una organización que mantiene heridas abiertas. Y que, a la postre, suponga salir de las instituciones. Con la dimisión de Carlos Mazón tal vez se haya acabado con un problema, pero se han abierto otros que Núñez Feijóo tendrá también que enfrentar.
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