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M. Pérez
Sábado, 16 de noviembre 2024, 14:50
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Nunca desde la Administración de Richard Nixon en 1969 la Casa Blanca había tenido una secretaria de prensa tan joven como la que ocupará el cargo con el próximo Gobierno de Donald Trump. Se trata de Karoline Leavitt, una licenciada en comunicación y política de 27 años cuya fulgurante carrera en el Partido Republicano bajo el padrinazgo del magnate ya auguraba durante la campaña electoral que ocuparía un cargo destacado en caso de que aquél ganara las elecciones. El presidente electo continúa así su vertiginoso plan de nombramientos para su próximo gabinete, dentro del cual ha pedido a su director de campaña, el provocativo y en ocasiones grosero Steven Cheung, que acepte el cargo de director de comunicaciones.
"Karoline es inteligente, firme y ha demostrado ser una comunicadora muy eficaz. Tengo la máxima confianza en queayudará a transmitir nuest ro mensaje al pueblo estadounidense", dijo el presidente electo el viernes por la noche al presentar a su nueva portavoz, cuyo principal cometido consistirá en responder a los periodistas en las comparecencias habitualmente diarias en la sala de prensa. Ella contestó este viernes a su jefe mostrando su satisfacción por contribuir una vez más a "hacer Estados Unidos grande", el lema del movimiento MAGA al que está profundamente vinculada.
Leavitt fue madre en junio, en plena efervescencia de la planificación de la campaña electoral. Procede de una familia de New Hampshire. Sus padres son propietarios de un concesionario de camiones y una heladería. Obtuvo una beca de sóftball e ingresó en el Colegio San Anselmo, la tercera universidad católica más antigua de Nueva Inglaterra. Dirigida por la comunidad benedictina, muchos de sus monjes han sido capellanes militares y entre sus estudiantes sobresale un buen número de fiscales, congresistas o el exdirector de la CIA Mark. J. Sullivan.
La nueva secretaria de prensa de Estados Unidos inició precozmente su ascendiente republicano: en el periódico universitario publicó sus primeros artículos favorables a Trump, luego trabajó brevemente en la conservadora cadena Fox durante la campaña electoral de 2016 y a continuación se ntegró en el equipo de empleados de la oficina del Gobierno de Trump (2016-2020) que respondía la correspondencia presidencial. Aún no se había graduado en 2019 y ya escribía los discursos del mandatario republicano dentro de su equipo de prensa.
Después de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, Leavitt continuó empleada como secretaria adjunta de prensa del magnate. En 2022 se presentó como candidata para la Cámara de Representantes por New Hampshire, pero no lo consiguió. Entre unas y otras actividades dirigió la comunicación pública de Elise Stefanik, congresista que esta semana ha sio designada por Trump como embajadora ante la ONU.
Le gana por dos años a Ron Ziegler, el conocido jefe de comunicación al que Nixon nombró para el mismo cargo en 1969. Ziegler estrenó la sala de prensa de la Casa Blanca en la que Leavitt hablará a menudo con los periodistas. Existe la versión, confirmada por algunos colaboradores del expresidente, de que también inauguró la política tan extendida en las jefaturas políticas de prensa de contrarrestar las informaciones críticas de los medios, aun siendo veraces, o de intentar su manipulación.
Nixón, al igual que Trump, fue un dirigente que se sintió agraviado por los medios. Les culpaba de su derrota en 1960 contra John F. Kennedy y luego, una vez en el cargo, ejerció una presión insoportable sobre quienes le criticaron. Incluso por medio de leyes en contra de la libertad de prensa o escuchas. A los profesionales de 'The Washington Post' le prohibó el acceso a la Casa Blanca mientras ordenaba a sus periodistas más fieles que escribieran "contra sus adversarios". "La prensa es el enemigo: escríbanlo cien veces y no lo olviden", le dijo a Henry Kissinger y sus colaboradores.
Ron Ziegler, mientras tanto, proclamaba que las cadenas de televisión contrarias a Nixon sentirían su cólera. Él también la palpó. Se encargó de lidiar con el 'caso Watergate'. Es célebre la imagen de 1973 difundida por la televisión en la que empuja a Ziegler contra un grupo de periodistas, enfurecido por el hecho de que su jefe de prensa no los mantuviera a raya.
Trumo no es Nixon, pero numerosos expertos en comunicación encuentran conexiones entre ambos en su manera de tratar a los medios críticos. Las arremetidas y el empleo de un tono populista son bastante coincidentes, aunque el mandatario dimitido en 1974 y su fiel escudero periodístico nunca llegaron a proferior insultos públicamente tan infámes como los que se han escuchado en esta campaña electoral contra la demócrata Kamala Harris.
Karoline Levitt debe superar ahora la aprobación del Senado, trámite que se da por hecho, y luego quedará por definir su programa laboral definitivo. Si Trump sigue la línea habitual, lo normal es que ella se convierta en el rostro público del gabinete. De hecho, Steve Cheung se ha encargado en los últimos meses de que los estadounidenses se familiarizasen con ella cediéndole el protagonismo en actos donde él debería haber sido el interlocutor central como asesor de comunicaciones del magnate,
La cuestión es que nadie sabe si el presidente electo mantendrá la tradición o apostará por su política de enviar mensajes o realizar discursos y comparecencias como un torrente. De momento, a los medios de EE UU les sorprende que Trump solo haya aparecido dos veces en actos públicos desde que ganó las elecciones y permanezca encerrado el el salón de té de su mansión de Mar-a-Lago, donde ha instalado su despacho pregubernamental del que surgen los nombramientos de cargos públicos.
Aunque los dos trabajarán en la comunicación de la Casa Blanca, los puestos de Levitt y Cheung son independientes.. Este último, de 42 años, nacido en Sacramento (California) e hijo de una familia china, lleva con el líder republicano desde su anterior Administración. Y antes trabajó como portavoz de la Ultimate Fighting Championship, la liga de élite de la lucha libre en EE UU a la que es tan aficionado el magnate.
Cheoung asesoró en su día a importantes figuras del republicanismo como Arnold Schwarzenegger en su época de gobernador en California o el senador John McCain. Es un hombre de la máxima confianza de Trump, así que es muy posible que en este mandato no ocurran las convulsiones del anterior, cuando el mandatario conservador despidió a seis secretarios de comunicación y batió el récord de ceses al expulsar a uno de ellos, Anthony Scaramucci, después de solo once días en el cargo.
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