Borrar
BODEGA CUATRO RAYAS

Culto a la uva verdejo

La Bodega Cuatro Rayas cumple 90 años consolidada como uno de los pilares fundamentales de la denominación de origen Rueda

Anabel Madrid

Poco, o nada, se podían imaginar los vitivinicultores castellanos que en 1935 fundaron en la provincia de Valladolid la Bodega Cooperativa de La Seca para optimizar sus recursos que estaban dando a luz un proyecto que, 90 años después, bajo la denominación Bodega Cuatro Rayas, se habría convertido en una de las bodegas de referencia no sólo de la entonces inexistente denominación de origen Rueda, sino de España.

Bodega Cuatro Rayas cuenta con un variado porfolio con más de 30 referencias

Una bodega con una producción anual de más de 18 millones de botellas que se distribuyen y consumen en más de 60 países de los cinco continentes y que cuenta con 300 familias de cooperativistas, que gestionan más de 2.500 hectáreas de viñedo, repartidas en 30 pueblos de las provincias de Valladolid y Segovia y cuyo impacto económico en su entorno se acerca a los 35 millones de euros.

Aunque la cooperativa se fundó en 1935, no fue hasta 1938, por culpa de la Guerra Civil, cuando vio la luz la primera añada, en la que cada miembro vinificaba sus propias uvas por su cuenta y los productos resultantes se mezclaban y vendían a granel. En 1946 la Cooperativa pasó a llamarse Agrícola Castellana, apelativo que se mantuvo hasta 2019, año en que fue sustituido por el actual de Bodega Cuatro Rayas.

¿Y qué significa exactamente Cuatro Rayas? Pues es el nombre de un paraje localizado a 760 metros sobre el nivel del mar en el que confluyen cuatro términos municipales, La Seca, Rodilana, Medina del Campo y Rueda, que siempre ha sido considerado uno de los mejores viñedos de la zona. La enorme aceptación de dicha marca llevó a aplicar en la bodega la metonimia de la parte por el todo.

Uva verdejo

El culto a la uva verdejo, la estrella indiscutible de la zona, ha sido la principal característica de la bodega casi desde el momento mismo de su creación. Sirva como testimonio la carta que en 1946 dirigió el jefe de la misma al Vice-Secretario Provincial de Obras Judiciales, en la que solicitaba la constitución de una denominación de origen para protegerla y afirmaba “toda nuestra riqueza, todo nuestro prestigio, y todo nuestro porvenir vinícola, está supeditado a la conservación e intensificación de la vinífera VERDEJO, que es la peculiar de la zona”. Conviene recordar que la Denominación de Origen Rueda no llegó hasta 34 años después, en 1980.

Uno de los mejores majuelos, Poza de las Lobas, recién vendimiado

Así pues, hoy como ayer, la gran mayoría de las 2.500 hectáreas de la cooperativa están dedicadas a la uva verdejo (aunque también hay sauvignon blanc, palomino y algo de tempranillo), con una parte importante de viñas viejas, algunas incluso prefiloxéricas, que son las que se utilizan para la elaboración de los Grandes Vinos de Rueda, categoría creada por el Consejo Regulador en 2020 para demostrar en toda su amplitud las virtudes y el potencial de esta uva.

Cepa de verdejo

Antes de pasar a repasar los principales vinos de Bodega Cuatro Rayas, hay que reseñar el método de trabajo de la bodega. Para empezar, sigue a rajatabla el lema propio “green&social“, a través del cual se persigue conseguir el difícil equilibrio entre rentabilidad, valor y sostenibilidad, con el objetivo de salvaguardar el agro y garantizar el nivel de vida de los socios y trabajadores en el medio rural.

Depósitos de hormigón originales de los años 30

Un perfecto ejemplo de ello es el sistema de pagos que se ha implantado, destinado a asegurar unas ganancias dignas para todos sus cooperativistas. En las parcelas más jóvenes y con mayor rendimiento, se paga por kilos. En las más viejas, con un menor rendimiento que se compensa con la mayor calidad de unas uvas singulares utilizadas en elaboraciones especiales, como las microvinificaciones de alta expresión que luego se envejecen en barricas, se paga en función de la superficie de la parcela.

Barricas de envejecimiento

Cada cooperativista trabaja su majuelo como considera conveniente, pero todos son supervisados y monitorizados por un equipo técnico especializado, que les acompaña permanentemente para garantizar una calidad y una homogeneidad que se aprecian en el porfolio de la bodega, que incluye una treintena de referencias. Los vinos blancos, obviamente, se llevan la palma, con los verdejos jóvenes aportando difusión, popularidad y músculo financiero y los Grandes Vinos de Rueda dando prestigio y posicionamiento. Pero también se elaboran tintos, vinos desalcoholizados, vermouths de bodega o hasta una cerveza lager artesana… con verdejo, claro.

A continuación, procedemos a una cata de los vinos más representativos de Bodega Cuatro Rayas.

Vinos catados, cerveza y vermouth

Cuatro Rayas Vendimia Nocturna Verdejo 2024

La columna vertebral de la bodega, con una producción anual de un millón de botellas a un precio imbatible. Un verdejo de manual, en el que están presentes todas las características de la variedad. Muy fresco, en nariz predominan las notas herbáceas, con un inconfundible hinojo, y alguna frutal, como puede ser el níspero. En boca es tremendamente franco, limpio y amable, con una acidez bien marcada y un muy agradable posgusto algo amargoso.

Cuatro Rayas Longverdejo 2022 – Gran Vino de Rueda

Reconocido como Gran Vino de Rueda, ha sido concebido para mostrar la potencialidad de envejecimiento de la verdejo. Y lo consigue, porque con tres años se presenta jovencísimo, dando a entender que ante él se presenta un halagüeño futuro. Se elabora con uvas procedentes de viñedos de entre 80 y 100 años en Aldeanueva del Codonal (Segovia) y de 40 años en La Seca y Serrada (Valladolid). Con un precioso color dorado, los aromas de fruta blanca y fruta de hueso complementan a los anisados varietales. Al beberlo, luce equilibrio, delicadeza y tensión. Irá a más en el próximo lustro.

Cuarenta Vendimias Verdejo 2024

De este vino se elaboran unas 200.000 botellas . Es una receta del antiguo enólogo de la bodega, Ángel Calleja, quien lo pergeñó para conmemorar, obviamente, sus 40 vendimias al frente de la misma . Con frutas seleccionadas de viñedos viejos de más de 40 años y criadas sobre lías, en él sobresale una muy marcada mineralidad -casi podríamos decir que el terruño se impone ligeramente a la uva-, aunque las características típicas de la verdejo, como el hinojo y los cítricos, se mantienen intactas. El trago resultante es amargo, ácido, envolvente y largo.

Pisuerga Verdejo 2021 Y Pisuerga Tinto 2023

El blanco y el tinto de la gama Pisuerga son las raras avis de la bodega, unos vinos que son definidos como “a contracorriente” y que lo son tanto que incluso están fuera de la D.O. Rueda y se califican como Vinos de la Tierra de Castilla y León. Sus contraetiquetas son memorables, pensadas para poner en valor y reivindicar al río del que toman su nombre, su caudal, su “playa”, su puente colgante no colgante y la anécdota de que en él se estrenó el primer traje de buzo de la historia.

El blanco es un vino de guarda vinificado en hormigón ovoide, con 18 meses de crianza y uvas procedentes de viñedos viejos seleccionados… vallisoletanos, claro. Aromáticamente, es muy mineral y con notable presencia de frutas de hueso (albaricoque especialmente). En boca es elegante, complejo y con mucho nervio, perfecto para armonizar con las siempre complicadas cocinas asiáticas.

Tempranillo y verdejo de Medina del Campo y La Seca conforman el coupage de la primera añada del tinto, criado durante once meses en roble y damajuana. Son poco más de 2.500 botellas con una nariz complejísima en la que se mezclan los lácteos, los frutos rojos (fresa y frambuesa), las especias (pimienta negra y clavo) y el regaliz. Goloso, exuberante y con un divertido y musculoso contraste entre dulzor y tanicidad. Para tomarlo con un bacalao a la riojana o un estofado de venado.

Amador Diez Verdejo Cuvée 2020 - Gran Vino de Rueda

Homenaje de los cooperativistas a Amador Diez (así, sin tilde), quien fuera presidente de la bodega durante más de 20 años. Un Gran Vino de Rueda que representa una vuelta a los orígenes y la tradición y es el producto más artesanal y exclusivo de la bodega, embotellado y etiquetado (la etiqueta es de madera) a mano. Elaborado con levaduras autóctonas propias, fermentado y criado sobre lías en barrica, lleva uvas de dos únicos pagos, Pago de la Abuela (Hornillos de Eresma) y Pago Las Castras (Villanueva de Duero). La venta de sus 2.649 botellas se gestiona por cupos. Goloso y herbáceo, con mucha fruta de hueso y notas cítricas, es un vino ácido y amargoso, fresco, nervioso, vibrante y largo, que deja entrever que aún puede dar más de sí en botella. Muy gastronómico, funcionará de maravilla con un lechazo asado o con unas chuletillas al sarmiento.

‘61’ Dorado en Rama

La indiscutible joya de la corona. Un generoso que parte de una solera con aproximadamente un siglo de vejez (más o menos, que con estos vinos nunca se sabe a ciencia cierta) y evoca lo que se hacía en la zona antes de la creación de la D.O. Rueda en 1980. Mitad verdejo y mitad palomino, es una suerte de amontillado, puesto que combina la crianza biológica con la oxidativa. Su nombre, 61, rinde homenaje al depósito con tal número, ya desaparecido, que en los orígenes de la bodega fue considerado el que contenía la mezcla de mayor calidad. Con aromas a frutos secos, a maderas nobles y a especias y una boca desbordante de umami y casi eterna, se puede combinar en una comida con lo que se quiera, de unas alcachofas a unos quesos o unas chacinas, pasando por caza menor o mayor o pescados azules, o tomarlo como reflexiva copa de sobremesa. Es un vino que vale mucho más de lo que cuesta y cuyo único defecto es que las sacas apenas si son de un millar de botellas de medio litro, con lo que prácticamente están agotadas antes de ser embotelladas y no queda otra que tomarlo en los restaurantes que lo ofrezcan. Vale mucho la pena.