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José Ismael y Ana, la historia de una amistad que empezó por una asesoría financiera
Cuando José Ismael Méndez Ramón decidió mudarse de Madrid a Sevilla en busca de una mejor calidad de vida, nunca imaginó que este cambio le traería no solo éxito profesional, sino también una amistad duradera y la oportunidad de impactar la vida de otra persona de manera significativa. Esta es la historia de cómo un encuentro casual con Ana, una sevillana con un patrimonio construido con el esfuerzo de muchos años, cambió la vida de ambos y los llevó a forjar un camino conjunto hacia una planificación financiera sólida y un futuro asegurado.
Cuando Ana, una sevillana con un patrimonio construido con el esfuerzo de muchos años, fue a entregar la llave a unos nuevos inquilinos, no se esperaba conocer a José Ismael Méndez Ramón, un ejecutivo comercial de MAPFRE recién llegado a la ciudad, que impactaría de forma muy positiva en su vida. Esta es la historia de cómo un encuentro casual, cambió la vida de dos personas y los llevó a forjar un camino conjunto hacia una planificación financiera sólida y un futuro asegurado.
'Lo importante es la empatía y, sobre todo, la honestidad”
Un cambio de aires
José Ismael sale a recibirnos de la oficina entre saludos cómplices de sus compañeros. Vivía en Madrid, le acababan de ofrecer un puesto importante como director en otra compañía, y regentaba junto a su mujer un restaurante en un centro comercial. Sin embargo, la pandemia y la crianza de sus dos hijas pequeñas, les hizo replantearse todo y fue entonces cuando decidieron apostar por la capital andaluza, donde empieza a trabajar para MAPFRE, destacando como uno de los treinta mejores agentes de vida en menos de dos años.
“Lo importante es la empatía, y, sobre todo, la honestidad”, responde José con humildad. Según él, la clave para ganarse la confianza de sus clientes es que siempre les aconseja lo que, realmente, considera mejor para ellos y vela de forma sincera por sus intereses.
Ana nos recibe con un conjunto floral y una sonrisa que parece ir a juego con el puente de Triana, uno de los más bonitos de Sevilla y desde donde se divisa la torre del oro. “Me encantaría comprarme un pisito por esta zona, mira que vistas más maravillosas”, dice.
Un encuentro casual
Los padres de Ana ya gestionaban ciertos bienes y le metieron el “gusanillo” de la gestión inmobiliaria. “A mí siempre me ha gustado mucho el ladrillo”, recuerda. Ana era secretaria de dirección de una multinacional y su marido se dedicaba a la fabricación y venta de ropa. Las cosas marchaban bien y, siendo muy jóvenes, decidieron hacer su primera inversión comprando su primera vivienda. Así es como Ana empezó poco a poco a hacer crecer un patrimonio con el esfuerzo de toda una vida.
Cuando los padres de José vinieron a Sevilla a visitar a la familia por primera vez, Ana les alquiló su apartamento. Como los padres de José también se dedican a la hostelería (dirigen un hospedaje rural en un pequeño pueblo de León) la conversación fluye rápidamente. “Les conté que yo gestionaba varios inmuebles y que me sentía un poco abrumada por la situación actual y, sobre todo, me preocupaba como planificar el futuro”, añade.
Fue entonces cuando José se ofreció para llevarle a cabo una planificación financiera y una asesoría fiscal personaliza. Al día siguiente, se reunieron en su oficina y comenzó una relación profesional que marcaría un antes y un después en la vida de ambos.
Además de su presente financiero, a Ana le preocupaba especialmente planificar su futuro y su jubilación. A pesar de tener un patrimonio al que poder recurrir en caso de necesidad, Ana no quiere desprenderse de él y quiere poder dejárselo a sus hijos para que lo conserven o lo sigan haciendo crecer, tal como ha hecho ella toda su vida. Por estos motivos y gracias al consejo de José Ismael, Ana decide contratar el seguro de dependencia.
Además, el hecho de poder rescatar una parte de las primas le pareció interesante como una forma de ahorro. “Yo solo quiero que mis hijos tengan las mismas oportunidades y calidad de vida que he tenido yo”, puntualiza.
El lenguaje de la calle
José ayudó a Ana a elaborar una planificación financiera completa y a su medida, revisó las hipotecas que tenía pendientes, analizó sus seguros y exploró las posibilidades de financiación. “Desde el primer momento sentí que se implicaba totalmente y, sobre todo, José es una persona que habla con el lenguaje de la calle”, afirma Ana.
A pesar de no tener formación financiera, Ana pudo entender claramente los productos y servicios que le ofrecía gracias a las explicaciones directas y comprensibles de José Ismael: “Yo no soy financiera. Tener a alguien que te explique de forma sencilla y te haga entender todo con claridad, para mí, es fundamental”.
La historia de José y Ana es una inspiradora muestra de cómo la empatía y la honestidad pueden forjar relaciones significativas que trascienden lo profesional. Sevilla se convirtió en el escenario que llevó a José a prosperar en MAPFRE, a Ana a encontrar la tranquilidad financiera que buscaba y fue el testigo de cómo un encuentro fortuito, se convirtió una amistad que está marcando un camino conjunto hacia un futuro esperanzador y sostenible.