Si el 70% de la superficie del planeta es agua, ¿por qué aún nos alimentamos de la tierra?
La acuicultura sabe cómo utilizar los recursos del mar y los rÃos y al mismo tiempo preservar su riqueza
El 70% de la superficie del planeta es agua. Hasta ahÃ, un dato poco o nada sorprendente. Ahora bien, cuando lo relacionamos con que el 98% de los alimentos que necesitamos para vivir los obtenemos de la superficie terrestre, resulta, cuanto menos, curioso. Y es que, en general, siempre hemos tenido muy interiorizada la producción en tierra firme, la agricultura y la ganaderÃa, relegando a un segundo o incluso, a un tercer plano, la creación y obtención de alimentos acuáticos por medio de la acuicultura.
Sin embargo, esto está cambiando, y la realidad es que esta forma de cultivo está abriéndose camino poco a poco, demostrando que gracias a ella podemos seguir disfrutando de todos los grandes beneficios de comer pescado y de los ecosistemas acuáticos.
Prueba de este caminar hacia delante, es que mientras que en la pesca extractiva apenas ha variado la cantidad de pescado capturado en los últimos 30 años, la acuicultura ha conseguido aumentar año tras año su cultivo de forma sostenible. De este modo, satisface la creciente demanda mundial de pescado, al mismo tiempo que lo hace en equilibrio con los ecosistemas marinos y fluviales.
En este sentido, la acuicultura no ha hecho otra cosa que aprovechar ese 70% que ocupa el agua en el planeta para dar respuesta a dos grandes necesidades: por un lado, alimentar a una población que en pocas décadas alcanzará los 10.000 millones de habitantes, y por otro, proteger los recursos acuáticos garantizando el alimento a las generaciones venideras y la propia existencia del planeta.
LÃder de la economÃa azul
Estas dos capacidades, suministrar alimento (accesibilidad) y proteger el medio ambiente (sostenibilidad) son, en realidad, dos potentes motores que hacen de la acuicultura uno de los principales impulsores de la economÃa azul.
Tal es la importancia de la acuicultura, que la ONU hace tiempo que ya mostró su inquebrantable apoyo hacia esta forma de cultivo declarándola como una actividad clave para el desarrollo de un sistema alimentario sostenible y justo. Además, la organización internacional adopta la misma postura que la Unión Europea, instando a los Estados nacionales a apoyar su desarrollo.
En el marco de la Unión Europea, España ocupa la segunda posición en cuanto al valor de producción acuÃcola, siendo lÃder por volumen. En concreto, en 2021, según datos de APROMAR (Asociación Empresarial de Acuicultura De España), las cifras de producción de la acuicultura española fueron de 327.309 toneladas y su valor en primera venta alcanzó los 629 millones de euros, ocupando en cuanto a volumen de producción, el 25º puesto en el ranking mundial de acuicultura. Unas cifras que convierten a España en un referente indiscutible a nivel internacional, lugar al que no se llega de casualidad, sino gracias al esfuerzo, las ganas y la profesionalidad de todo un sector de actividad, el de la acuicultura española.
El cultivo de alimentos acuáticos es la única vÃa para evitar llevar al lÃmite a los mares y los rÃos.
Una solución sin efectos secundarios dañinos
Puede parecer tremendista, pero lo cierto, es que el cultivo de alimentos acuáticos es la única vÃa para evitar llevar al lÃmite a los mares y los rÃos. Esto no significa que aspire a sustituir a la pesca extractiva, pero sà que es absolutamente necesaria para que la población mundial tenga acceso al consumo de pescado. AsÃ, la acuicultura complementa a la pesca responsable, aportando actualmente  más de la mitad del pescado que consumimos (lo que se refiere a nivel mundial), para que todos podamos comer pescado seguro, saludable y delicioso, cuidando de nuestros recursos para las generaciones futuras.
Además, la acuicultura, junto con la pesca sostenible, ayuda a regenerar la vida silvestre de mares y rÃos, ya que cultiva en el agua los alimentos que obtiene, haciendo un uso eficiente y sostenible de los recursos naturales. Por eso, reduce y alivia la presión sobre las poblaciones naturales del mar y los rÃos, favoreciendo su diversidad y la recuperación de especies amenazadas.
De hecho, está contribuyendo a evitar la extinción de especies en peligro como la anguila o el esturión, ya que al ocuparse de una gran parte de la demanda de estas especies, está minimizando su captura silvestre. De este modo, contribuye a la repoblación, reintroduciendo ejemplares en sus hábitats naturales.
Acuicultura y pesca extractiva se retroalimentan
A la luz de todas las bondades descritas acerca de la acuicultura en el ámbito de la sostenibilidad, habrá quien considere esta técnica de cultivo como una amenaza para la pesca extractiva, y en particular para las pesquerÃas y sus puestos de trabajo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La acuicultura representa la oportunidad de una nueva actividad económica complementaria, duradera y próspera, que puede ofrecer empleo y bienestar a la población, sin alterar las tradiciones y la cultura local. Muchos hijos y nietos de pescadores encontrarán en la acuicultura una nueva vÃa para continuar con el legado familiar. De hecho, ya en la actualidad, el sector acuÃcola en España genera empleo directo para 12.478 personas.
Por tanto, la pesca y acuicultura no son excluyentes, sino actividades complementarias. Normalmente se dedican a especies diferentes y, juntas, proporcionan el pescado que llega a nuestras mesas, de forma sostenible. Pesca y acuicultura colaboran frecuentemente de diferentes maneras, desde la investigación cientÃfica conjunta, la protección de mares y rÃos, hasta la compra de suministros, como el hielo, y materias primas.
La acuicultura y pesca españolas trabajan conjuntamente para poner a disposición de la sociedad un alimento extraordinariamente nutritivo y gastronómicamente excelente como es el pescado. Hacerlo de manera medioambientalmente impecable es además el firme empeño de ambas.