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FUTURO AZUL

Cómo la acuicultura puede (y lo hará) salvar el planeta

Los ODS son los Objetivos de Desarrollo Sostenible creados por la ONU como hoja de ruta para salvar el planeta. Y sí, la acuicultura trabaja activamente en su consecución

Ana Belén Madrid

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Ángela Zorrilla

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No solo es que los viveros empleen con eficacia los recursos hídricos, sean complementarios a la pesca tradicional y tengan una baja huella de carbono: es que también ayudan a la repoblación de algunas de las especies contempladas en el Libro Rojo de los vertebrados de España.

El mundo parecía otro en 2015. Nadie se imaginaba que una pandemia vendría a paralizar el planeta, ni que las guerras dispararían la inflación. De hecho, la crisis económica con la que arrancaba el siglo XXI parecía quedar atrás, mientras otra, la climática, amenazaba con convertirse en el caballo de batalla de los próximos años. Por aquel entonces, la ONU creó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hablamos de un programa con 17 puntos para, en quince años, poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que habrá “paz y prosperidad” para todas las personas en 2030, según las propias Naciones Unidas. Quedan ocho años para la meta, y parece lejana.

Solo cuatro años después, los países tuvieron que declarar lo que llamaron una “década de acción”: entre 2020 y 2030, hay que ponerse las pilas. En todos los sectores hay que llevar a cabo acciones específicas, y el ámbito acuícola no iba a ser menos. Aquí es donde hablamos del papel de la acuicultura: porque el cultivo de pescados y algas en viveros está aceptado por la ONU, como sistema de alimentación sostenible, asequible y de calidad, que cuida del planeta y no es ajeno a los ODS. De hecho, trabaja activamente para conseguir cumplirlos y nos acerca a ese sueño de tener un planeta que se pueda habitar por más tiempo, y además en mejores condiciones.

Así es como la acuicultura española contribuye, al menos, a nueve de los 17 ODS.

El agua es un bien capital, sobre todo en un país como España, con uno de los indicadores de estrés hídrico más altos de la Unión Europea.

ODS1. Empleo contra la pobreza

La acuicultura española tiene un importante potencial para proporcionar un medio de vida a países en vías de desarrollo y a localidades situadas en zonas rurales, que hasta la fecha eran víctimas de la despoblación. Es el caso de El Grado, en Huesca, donde hay un importante vivero de esturiones para producir caviar: se trata de una localidad situada en el Pirineo oscense en la que viven no llega a 400 habitantes. De ellos, una docena trabaja en la planta. En otro vivero de la misma zona, en Oliván, cerca de Biescas, trabajan 10 personas dedicadas al cultivo de trucha. En la localidad hay censadas apenas 37. En total, el sector acuícola emplea a cerca de 20 millones de personas de todo el mundo y quiere seguir creciendo en los próximos años.

ODS2. Despensa contra el hambre cero

Según el Ocean Panel, iniciativa global de 14 líderes mundiales, los mares “podrían producir hasta seis veces más alimento que en la actualidad y podrían hacerlo con una huella ambiental mucho más baja”. Así se indica en el estudio de esta agrupación titulado ‘Una economía oceánica para 2050’. En este sentido, la acuicultura podría constituir una respuesta efectiva. Así lo defiende Francisco Espinós, profesor de la Universitat Politècnica de València y director científico de la RIIA-CV (Red de Innovación en Industrias Acuícolas de la Comunitat): “En las últimas décadas, ha destacado como la fuente de obtención de alimentos con más vigoroso crecimiento a nivel global”.

“Se podrían producir hasta seis veces más alimento que en la actualidad y podrían hacerlo con una huella ambiental mucho más baja”

Según datos de la FAO: la acuicultura ha aumentado su producción un 7,5% al año desde 1970, según el último informe del estado anual de la pesca y la acuicultura. Se consigue así aumentar la oferta mundial de pescado de calidad, que es un alimento de alto valor nutricional a precio asequible. Esta democratización del pescado tiene mucho que ver, precisamente, con el siguiente ODS.

ODS3. Una fuente de salud y bienestar

El pescado es una importante fuente de proteínas, ácidos grasos y nutrientes esenciales. Solo el Omega-3 tiene grandes beneficios para la salud, pero también debemos recordar la importancia de las vitaminas A, B y D y calcio, además del fósforo, yodo, zinc, hierro y selenio. Si hacemos que se convierta en un alimento al alcance de todos los bolsillos, estaremos beneficiando la salud de la población mundial. Esto es algo que favorece la acuicultura española, y no solo porque suavice los precios. Además, el cultivo de peces en viveros evita la presencia de anisakis y reduce al mínimo la presencia de microplásticos.

ODS5. En la línea de la igualdad de género

La presencia de mujeres en el sector de la acuicultura no deja de crecer. Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2018 constituían un 21,8% de los cerca de 20.000 empleados que hay en toda España. Ahora bien: en 2020, el dato ya rozaba el 28%. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha creado la Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero, donde también se desarrolla un plan para la igualdad de género. María del Mar Agraso, directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura (Ctaqua), en El Puerto de Santa María, apunta que es necesario “visibilizar las contribuciones y el valor añadido de las trabajadoras en este ámbito”.

La acuicultura tiene un importante potencial para proporcionar un medio de vida a países en vías de desarrollo y poblaciones vaciadas.

ODS6. Menos desperdicio de agua limpia

El agua es un bien capital, sobre todo en un país como España, con uno de los indicadores de estrés hídrico más altos de la Unión Europea, según la Agenda 2030 del Ministerio de Derechos Sociales. Asegura la ONU que el actual sistema de producción de alimentos supone el 70% del consumo de agua, y de ahí que sea necesario reducir este porcentaje. Aquí es donde entra un estudio del International Journal of Water Resources Development, publicado en 2006, donde ya se advertía de que la acuicultura, puesto que prácticamente no gasta agua dulce porque devuelve la que usa, produce alimentos de calidad “con un consumo de agua sustancialmente menor que otras proteínas de origen animal”. Se da la circunstancia, además, de que hay viveros españoles, como en Galicia o en La Rioja, que devuelven al mar o a los ríos el agua que utilizan aún más pura que la tomaron tras un proceso de purificación y limpieza de la misma.

ODS12. Producción y consumo sostenible

Llegados a este punto, es evidente que el sector de la acuicultura se precia de su sostenibilidad. Pero, ¿por qué? Entre otras cosas, porque tiene menor huella de carbono. Juan Carlos García, graduado en Ciencias Marinas y divulgador científico (@jc.oceans), explica que los viveros cuentan con los llamados sistemas multritróficos: “Es un cultivo interconectado de peces, moluscos y algas. Estos últimos se alimentan de los fertilizantes generados por los peces y limpian el agua, contribuyendo a su vez a la protección de los océanos”. Según dice, “resulta más productivo, ya que además elimina del medio marino el exceso de nutrientes para convertirlos en biomasa útil”.

La acuicultura genera menor huella de CO2 que otras proteínas de origen animal.

ODS13. Acción por el clima

Lo que comenta García entronca directamente con el siguiente ODS. La acuicultura genera menor huella de CO2 que otras proteínas de origen animal, puesto que se trabaja a lo largo de todo el año. Esto permite una mejor coordinación entre la oferta y la demanda. Además, está próxima al mercado de consumo, lo que hace que producción, logística y transporte sean eficientes. Ergo, menos emisiones de gases de efecto invernadero. Y un argumento ambiental más: propicia un menor desperdicio alimentario, ya que el pescado que se obtiene goza de una vida de consumo más larga.

ODS14. En favor de la vida subacuática

Más de 3.000 millones de personas dependen de los recursos acuáticos, según un estudio de The Lancet, titulado ‘El papel de los productos acuáticos para las dietas sanas y sostenibles’. Sin embargo, tanto el cambio climático como la contaminación, así como la pérdida de la biodiversidad que pueda generar una sobrepesca, están poniendo en jaque la vida en los mares, océanos y ríos. La acuicultura viene a ser un modelo complementario a la pesca extractiva responsable y reduce la presión sobre los ecosistemas acuáticos, lo que permite que se recuperen las poblaciones salvajes, como por ejemplo los atunes rojos o los esturiones, sin tener que renunciar a su consumo en las mesas.

ODS17. Alianzas para lograr los objetivos

Mucho se ha hablado ya de las distintas sinergias que se crean entre los eslabones de la cadena de producción. Además, la acuicultura española ha generado distintos proyectos de desarrollo e investigación con instituciones de todo el país, como el Instituto de Investigación y Tecnología Alimentarias, el Ctaqua o el Instituto Español de Oceanografía, y universidades como la de Las Palmas, la de Santiago de Compostela o la de Cádiz, entre otras. Se trata de un sector en auge que cumple un importante papel, ya no solo económico, sino también social, porque permite que el pescado de calidad sea asequible para todos los bolsillos. Al mismo tiempo, la actividad de acuicultura contribuye a no sobreexplotar los mares y los ríos, al cuidado de nuestros recursos naturales y todo ello manteniendo las cuotas de pesca.

Una labor imprescindible en el esquema de la alimentación mundial, como asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que en su último informe mundial sobre el estado mundial de la pesca y la acuicultura (Sofia, en sus siglas en inglés) subraya su “gran potencial para alimentar y nutrir a la creciente población mundial”.

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