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LOREM IPSUM

El Camino en el que se aprende a mirar con otros ojos

La Pilgrim Race es una aventura sobre ruedas que empodera a las personas con discapacidad intelectual a través de las sendas más desconocidas del Camino de Santiago

Eva María Prieto

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Hay caminos tan especiales que en ellos convergen los mundos más diferentes. Las distancias se acortan y las personas se acercan, sin etiquetas. Caminos donde lo importante no es ser, sino estar ahí. Esa es la magia de la Pilgrim Race de TressisALAPAR, el reto que une Madrid con Santiago de Compostela. 

Más de 100 ciclistas entre los diferentes equipos, algunos compuestos por personas con discapacidad o con enfermedades graves, conviven a lo largo de una semana en una experiencia única que permite forjar nuevas amistades, romper estereotipos y descubrir paisajes que difícilmente podrán olvidar. «El Camino de Santiago cambia miradas respecto a la discapacidad intelectual. Vas muy abierto al encuentro con el otro y por eso las personas se encuentran con la discapacidad de otra manera. Para nosotros es importante estar donde otros creen que no llegamos», declara Almudena Martorell, presidenta de la Fundación A la Par. 

La aventura comenzó en 2018 cuando la empresa de banca privada Tressis y Fundación A la Par decidieron crear una alianza para fomentar el deporte inclusivo. La fundación trabaja por la participación de las personas con discapacidad intelectual allá donde encuentran barreras y, con el apoyo de Tressis, decidieron sumarse a la Pilgrim Race, una carrera en la que empleados y clientes de la empresa conviven durante una semana junto a ciclistas y voluntarios de A la Par, además de otros participantes. Aquel fue el inicio de una unión que a día de hoy trasciende lo meramente deportivo. «¡Hemos disfrutado tanto! El Camino tiene una energía muy especial», explica Sonsoles Santamaría, directora general de Negocio de Tressis. «Día tras día se va generando una confianza y un ambiente tan bueno que suceden cosas tan mágicas como que el último día todos los ciclistas esperaron al equipo de TressisALAPAR para entrar juntos a la plaza del Obradoiro. Aquella ovación, aquel momento fue increíble, con la piel de gallina, se te saltaban las lágrimas. Esa llegada tiene mucho reflejo de lo que ha sido esta experiencia para todos». 

La Pilgrim Race recorre el Camino de Santiago a través de dos rutas muy particulares: el Camino de Madrid y el Camino de Invierno. Dos trazados menos conocidos, pero de gran belleza, teniendo la ocasión de rodar a través de la Sierra de Madrid, los Campos de Castilla, las Médulas o la Ribeira Sacra. Kilómetros de pueblos congelados en el tiempo con la particularidad, además, de que el Camino de Invierno es el único que atraviesa las cuatro provincias gallegas y permite descubrir sin prisas el corazón de Galicia.

«La llegada a la Plaza del Obradoiro es un reflejo de lo que ha sido esta experiencia para todos»

A lo largo de una semana, las siete etapas entremezclan momentos de solidaridad, euforia, silencio, reflexión y aprendizaje. «A Juan Alberto, uno de los peregrinos de la fundación, tuvimos que enseñarle a montar en bicicleta. No por su discapacidad, sino porque sencillamente no sabía, pero tenía muchísimas ganas de participar. Le hacía una ilusión tremenda. Y en la primera Pilgrim iba imitando y contando en voz alta cómo tenía que cambiar las marchas. Ahora, cuatro ediciones después, compite como el mejor», cuenta Almudena Martorell. Este reto cargado de energía positiva y superación personal no sólo empodera a las personas con discapacidad intelectual durante la prueba, también permite tender puentes y crear nuevos vínculos. «Al acabar muchos participantes continúan quedando los fines de semana para verse, entrenar y prepararse para la siguiente», comenta Sonsoles Santamaría. «Porque el Camino no es solo hacer el recorrido. También es el previo, salir a entrenar, después hacerlo y luego la parte tan bonita de rememorarlo, el poso que deja», agrega Martorell. 

UN CAMINO LLENO DE EMPATÃA

Esta carrera también es una forma de crear otros caminos. Caminos con más empatía y el valor de mirar a una persona diferente porque como relata Santamaría: «Aquí participan atletas, grupos de amigos que quieren hacer el camino en bici, personas que deciden venir solas, asociaciones que quieren dar visibilidad a enfermedades raras… Hay de todo, pero lo más especial es la relación de todos ellos con los chicos de la Fundación». Una singular conexión que no sería posible sin la sobresaliente organización entre los vehículos de apoyo, el personal sanitario, cocina, montaje y el nutrido grupo de voluntarios con discapacidad intelectual de A la Par. «Nos levantábamos a las seis de la mañana para organizarnos y los chicos de la Fundación se preocupaban de tenerlo todo preparado, de dar un abrazo al que se había caído y llegaba con heridas… Ellos son conscientes de su discapacidad, por supuesto, pero se centran en sus capacidades y cuidan de todo el mundo con total independencia y autonomía. Ha sido extraordinario observar cómo cambiaba la mirada de los participantes hacia ellos a lo largo de la semana», explica Sonsoles Santamaría con emoción. Y es que, en esta historia, no todos los héroes van en bicicleta. Allí donde los bosques se adueñan del paisaje, un paciente grupo de voluntarios espera a los participantes durante cada etapa con fruta, gominolas, frutos secos, bebidas y, sobre todo, cariño. Porque a veces una breve conversación y un poco de ánimo es justo lo que se necesita para seguir adelante. «Había avituallamientos en los que estábamos horas porque desde que pasaban los primeros corredores hasta que llegaban los últimos, podían pasar seis horas. Al principio los más profesionales pasaban rápido, pero los últimos días ¡se paraban todos!», recuerda. «Los chicos de la Fundación aplaudían a todo el mundo y alentaban los que más. Derrumbaron cualquier barrera». Y Almudena Martorell apunta: «Ese ir al encuentro, a vivir la experiencia, genera una situación para que pasen cosas muy bonitas, que quizá en otro contexto no pasarían». 

Y es que, además de dar visibilidad a las diferentes causas por las que están pedaleando, la Pilgrim es también una lección de vida en la que se aprende a mirar con otros ojos. «El Camino tiene una energía de muchísimo respeto y generosidad. Hemos reído, hemos llorado, hemos compartido anécdotas… Te da la oportunidad de conocer a las personas. Yo he hablado con todo el mundo y la mayoría no sé a qué se dedican, pero sí sé qué les importa, qué les mueve», confiesa Sonsoles Santamaría. 

Un viaje que invita a abrir la mente, abrazar los sentidos y despojarse de cualquier prejuicio a lo largo de los más de 600 kilómetros que separan la capital de España del destino final de la ruta jacobea. Mejor vivirlo, que soñarlo. Tantas veces como propósitos tengas. 

  • GUÃA PRÃCTICA PARA HACER EL CAMINO DE SANTIAGO

  • 1. Planifica tu ruta con antelación, ya seas de las que quieren dormir en albergues o lleves todo reservado es importante conocer qué camino vas a seguir, cuántas etapas y kilómetros tienes que hacer cada día y los lugares que vas a visitar.

    2. Haz la mochila a lo Marie Kondo, es decir menos es más. Descarta los “y siâ€. La máxima es ropa todoterreno (pantalones cortos, leggings, camisetas, chubasquero, forro polar) y, sobre todo, un calzado cómodo. En el neceser son buenas aliadas las muestras y los pequeños botes como los que utilizas cuando viajas en avión.

    3. Un botiquín de cabecera. De nuevo, contención. Recuerda que vas a pasar por muchos pueblos. Lo mejor es preparar un botiquín donde no falte lo básico: vaselina, tiritas, las pastillas que tomes regularmente (si las tomas) y un antiséptico eficaz contra bacterias, virus, hongos o esporas con el que evitar cualquier tipo de infección, como Betadine Gel, y que te va a garantizar que cualquier herida se curará más rápidamente y solo será una anécdota más.

    4. PAQ Mochila, la solución. No hace falta cargar día tras día con una pesada mochila a cuestas. Correos cuenta con el servicio PAQ Mochila para que solo nos preocupemos de nuestra ruta. Basta con dejar la mochila cada mañana, antes de las 8:00 en la recepción del alojamiento, y ellos se encargan de que te esté esperando antes de las 14:30 en tu siguiente destino. Más cómodo imposible. Este servicio está disponible en el Camino Francés desde Roncesvalles, el Portugués desde Tui, el Portugués de la Costa desde A Guarda, el Primitivo desde Oviedo, el del Norte desde Irún, el Inglés desde Ferrol, el Sanabrés desde Ourense y Camino a Finisterre y Muxía.

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