Dieta, ejercicio y dormir bien: el sueño también es salud
Dolor de cabeza, irritabilidad, fatiga, somnolencia y falta de concentración. Una mala noche puede estropear un buen día. El sueño no es una obligación, es el gran reto para mejorar nuestra salud

"Vigile la dieta”, “pierda peso”, “haga ejercicio”... Son los consejos más repetidos por los médicos para mejorar los hábitos de vida de sus pacientes. El mensaje ha calado y todos somos conscientes de lo importante que es comer bien, consumir alimentos saludables y perder esos kilos de más. También tenemos asimilados los efectos positivos de realizar actividades físicas a diario, cuidarse y mantenerse en forma, pero ¿basta con dieta y ejercicio? ¿Qué pasa con nuestro tiempo de descanso? ¿Afecta a nuestra salud el dormir poco y mal?
Para la doctora Olga Mediano, neumóloga de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de Guadalajara, “el estilo de vida actual, con situaciones de presión y estrés, provoca que no se duerman las siete u ocho horas recomendadas”. Con menos tiempo, el sueño es a menudo la última de nuestras prioridades. “Hay que esforzarse por dormir bien, porque es igual de importante que la dieta o el ejercicio físico para su salud”.

Está demostrado que un mal descanso pasa factura: problemas cardiovasculares, metabólicos, siniestralidad en el trabajo y en la conducción, además de un deterioro cognitivo y del rendimiento profesional. Es más, la falta de sueño repercute directamente en la economía y supone una pérdida de entre el 1%y el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) en las sociedades occidentales.
BUENO PARA EL CORAZÓN
Un 30% de los españoles duerme entre cuatro y seis horas al día, por debajo de las recomendaciones sanitarias según la encuesta Los cuatro pilares de la salud cardiovascular, realizada por Philips en colaboración con la Fundación Española del Corazón. Su presidente es el doctor Carlos Macaya, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos: “La falta de sueño puede influir en que un paciente sea hipertenso, tenga diabetes o sea obeso”. Para mantener un correcto estado de salud física y mental, “el gran reto es dormir bien, con un sueño relajado y no superficial”.
Alimentación, ejercicio físico, salud oral e higiene del sueño. Cuatro pilares para valorar cómo cuidan su corazón los españoles. De 2018 cuestionarios completados [puede realizarlo en este enlace], un 58% dice sentir somnolencia a lo largo del día, sobre todo los encuestados de entre 45 y 55 años. Además, un 35% de la población ronca. Sus ronquidos son un síntoma evidente de la apnea del sueño, que junto al insomnio, es el trastorno del sueño que más afecta a la población adulta mundial. En el 90% de los casos no está diagnosticado.
LA APNEA DEL SUEÑO
Ronquidos fuertes, pausas respiratorias, respiración convulsiva… Así se manifiesta la apnea del sueño cada noche. “Es como una epidemia, por eso es importante ir a la consulta si se duerme mal y que se diagnostique la apnea desde la atención primaria”, señala la doctora Patricia Lloberes, del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Vall d´Hebron y vicesecretaria de la Sociedad Española del Sueño.
Todos los expertos coinciden en señalar la importancia de la prevención en los más jóvenes, ya que solo el 20% de los niños y adolescentes tiene unos horarios de sueño regulares. Y cada vez es más evidente la relación entre un mal descanso, la obesidad y alteraciones cognitivas como la atención, la memoria y el rendimiento escolar.
Philips, consciente del papel de la tecnología en el tratamiento de la apnea del sueño, apuesta por los dispositivos CPAP con mascarilla, un dispositivo que disminuye el riesgo de sufrir graves complicaciones. El diseño simplificado de este tipo de dispositivos, más pequeños y ligeros, fáciles de guardar y transportar, tienen la misma eficacia y prestaciones que los convencionales y son perfectos para pacientes que tienen una vida activa, viajan y no quieren renunciar al descanso y su salud en su día a día.
DECÁLOGO PARA UN SUEÑO REPARADOR
· Ir a dormir siempre a la misma hora.
· Limitar las siestas a entre 20 y 30 minutos.
· Hacer ejercicio físico moderado durante el día.
· Realizar cenas ligeras.
· Dejar entrar un poco de luz natural en el dormitorio.
· Usar la cama solo para dormir; no para comer, ver la tele…
· Evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir.
· Mantener la misma rutina previa al descanso.
· Realizar actividades tranquilas antes de ir a la cama.
· Aparcar las preocupaciones al acostarse.