Escoja un grupo de mujeres, da igual la edad, y cuestiónelas sobre el problema de salud que más les preocupa. Más aún, pregúnteles cuál es la enfermedad que más estragos causa al sexo femenino. Casi con toda seguridad, la respuesta unánime incluirá la palabra cáncer. Posiblemente “de mama” sean los siguientes dos términos de la respuesta. Ahora, pregúntele a quién realmente puede darle la respuesta. Sus siglas son INE y responden al Instituto Nacional de Estadística, el organismo que recopila todos los datos sobre la salud (y lo demás) de los españoles.
En 2015, último año del que existen datos disponibles, la principal causa de muerte entre las españolas fueron las enfermedades cerebrovasculares. De éstas, la más importante el infarto cerebral o ictus. La aparición o no de esta patología, directamente relacionada con nuestra salud cardiovascular y la circulación de la sangre, se puede prever según el Índice de Vida Saludable (IVS), el número mágico con el que definir nuestro estado de salud que obtenemos con facilidad con la herramienta digital Quiero cuidarme.
Pero es difícil tener interés en prevenir algo si no se sabe que es un enemigo del que cuidarse. Sí, a todos nos preocupa el peso y estar en forma pero, al fin y al cabo, el infarto es cosa de hombres. O eso es lo que cree la mayoría de las mujeres, según han demostrado distintos estudios.

Es fundamental que la mujer sea consciente de que las enfermedades cardiovasculares les afectan también a ellas y, de hecho, lo hacen más que a los varones. La tradicional idea de protección que impera en la sociedad se debe a la creencia, bien fundamentada, de que las hormonas femeninas son protectoras frente a este tipo de dolencias. ¿El problema? Los niveles de estas hormonas descienden totalmente en el momento en el que llega la menopausia.
La Fundación Española del Corazón, consciente del problema, inició hace unos años la campaña Mujeres por el corazón, adaptada de la americana puesta en marcha por la Federación Mundial del Corazón años antes. Porque que la mujer no sepa de su riesgo cardiovascular implica que fallezca más por esta causa, por una razón muy sencilla: no conoce sus síntomas, cuando estos aparecen no los achaca a su salud cardiovascular y, en consecuencia, tarda mucho o directamente pasa de acudir al médico.
Además, los síntomas de esta patología en la mujer son distintos que en el hombre. Todos tenemos la imagen en la cabeza del dolor en el pecho como indicador de problemas cardiacos y, aunque también lo es en la mujer, en ella es más frecuente que se acompañe de otros signos mucho menos conocidos, como dolor de espalda o de mandíbula, náuseas o vómitos.
Varios de los parámetros utilizados para calcular el IVS son indicadores directos de un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Así, los niveles altos de glucosa o colesterol, la alimentación no saludable y la falta de ejercicio físico son algunos de los factores de riesgo perfectamente establecidos por la ciencia.

Y, por desgracia, algunos de los hábitos de conducta más relacionados con esos hábitos han aumentado en las últimas décadas y lo han hecho especialmente en el sexo femenino. Es el caso del tabaquismo, que ha disminuido en los varones y ha crecido en las féminas. Este hecho está directamente relacionado con la mayor incidencia de enfermedad cardiovascular en la mujer.
El corazón de las mujeres es mucho más vulnerable de lo que se creía y la sociedad –ni por supuesto las propias interesadas– no es consciente de ello. A la hora de aumentar el IVS no sólo hay que pensar en sentirse bien en el momento, sino en mantener a los enemigos indeseables lo más lejos posible de casa.
Sin duda, puntuar en esos datos más relacionados con la salud del corazón es una buena herramienta para no contribuir a que aumente el porcentaje de muertes por patología cardiovascular. Ser conscientes de que el problema existe permitirá también a las mujeres acudir al médico pronto y formar parte del creciente porcentaje de pacientes de patología cardiovascular que viven para contarlo. Y si se cuidan, aún más.

Cómo aumentar nuestro IVS
El Instituto de Hábitos de Vida Saludable y Bienestar en la Mujer del Instituto DKV de la Vida Saludable dio recientemente algunas pistas sobre cómo conseguirlo. Lo que esta radiografía a las españolas desveló es que cuidarse no es aún tendencia. Aún son menos del 30% las que aseguran seguir hábitos de vida saludable. Se nota quién pertenece a cada grupo: esas primeras, aún minoría, están mayoritariamente en peso normal, frente a las que prácticamente no se cuidan, que tienden más a la obesidad. Éste es, huelga recordarlo, uno de los parámetros en los que se basa el algoritmo de Quiero cuidarme, por lo que mejorarlo es una de las formas de subir el IVS.
Pero el peso no es el único dato que sale beneficiado de la práctica regular de ejercicio. Las mujeres más deportistas demuestran también un mayor bienestar emocional, poniendo de manifiesto que la frase Mens sana in corpore sano tiene muy poco de leyenda urbana y mucho de evidencia científica detrás. Pero si bien no es algo nuevo que cuidarse es algo que repercute positivamente en la salud, el problema viene a la hora de ponerlo en práctica. Sí, conocemos esos nueve parámetros y sabemos qué se puede hacer para mejorar muchos de ellos. Pero, ¿cómo se vence a la pereza? ¿quién hace que la mano se dirija a una pieza de fruta en lugar de a las patatas fritas que ponen de aperitivo en cualquier bar?
El IVS medio de las españolas es de 670, frente al 664 de promedio de los hombres
La herramienta Quiero cuidarme no pretende tirar la piedra y esconder la mano. Por el contrario, incluye estrategias para animar a las mujeres -y también a los hombres- a cambiar sus hábitos y ser parte activa de la mejora de su IVS. Como explican desde DKV, la app -gratuita y disponible tanto para usuarios de dispositivos Android como iOS- ofrece la posibilidad al usuario de apuntarse a planes de acción y retos para alcanzar los objetivos y tratar de mejorar así el estilo de vida y, por lo tanto, su índice de vida saludable. “Es una funcionalidad que no ofrecen otras herramientas similares”.
Así que, cuando el diálogo que inicia este texto sea una realidad en el día a día de la mujer española, quizás ya no se quede para ir al gimnasio, a caminar o escribirse para intercambiarse hábitos nutricionales sanos. Quizás, simplemente, apelemos a un: “¿Y qué tal si subimos juntas nuestro IVS?”.